¿Escrúpulos ? (2)

Elpidio decidió que su nombre no pegaba nada con su nuevo cargo ,así que se lo cambió por César Augusto que le sonaba más elegante.Le enseñó a la anciana un piso de los disponibles y después la invitó a merendar chocolate con picatostes.Mientras charlaban,,la anciana le enseñó una foto de su nieta que era gorda y feísima.
César Augusto fingió sentirse interesado en ella y solicitó un encuentro a la anciana.
Decididamente Eulalia no entraba en sus actuales planes,así que empezó a pensar la forma de librarse de ella....

Palíndromos: Reto

A ver si nos animamos a perder el tiempo o a jugar con las neuronas.

Hagamos palídromos

Ahí va uno que dicen que es de Javier Krahe:

"ACUDE, SER ABSORTO A OTROS BARES, EDUCA"



¡A ver quién de todos todos se atreve con uno! ¡Es un reto!

...

Al tentón sin tañidos


El día que yo me muera,

si alguien de tocarme algo

tiene ganas...

Que me toque quien quiera

lo que quiera,

pero que no me toquen

las campanas.

San Jorge

Erase que se era, hace muchismos años al decir de las crónicas vejestorias y antiguallas, un pueblecico de allá ande Cristo pegó las tres voces, que tenía un dragón viviendo en un lago. El dragón, que era un malismo y un pior, y que atufaba a los lugareños porque golía que daba asquico, iba tos los días a asustar al pueblo porque tenía gazuza. Se reunió to quisque pa ver qué se hacía con aquel bicharraco y decidieron echarle de comer una ovejica u dos pa que se le pasara la hambruna. Pero como s’acabaron las ovejas tuvieron que echarle gentes. Y en estas estaban cuando tocó echar a una princesica mucho maja. Allí iba la esdichada camino del lago, cuando s’apareció San Jorge, que era un santo con mucho mando y le dijo al dragón:
-¡Yeeeh, dragón, quieto parau!
El dragón tiró un bufido, pero el santo le amenazó con la lanza.
-¡Quió, dragón! ¡Qui dicho quieto parau, que te albergo un zurriagazo que te escogorcio!
Y le arrimó un lanzazo que lo dejó acoquinadico. Y aquí s’acaba la historia porque el dragón no volvió a comer en jamás de los jamases.
Y cuentecico contau, por la ventanica se escapó al tejau.

¿Escrúpulos?

Elpidio Piernavieja era un hombre innecesariamente vulgar. Pertenecía a una familia acomodada que le intentó educar en un ambiente distinguido, pero él siempre se obstinó en ser vulgar. Colgó los estudios de Medicina en cuarto curso porque le dio miedo hacer el servicio militar y huyó a Francia donde pensó que podría sobrevivir rasgueando las cuerdas de su guitarra en el metro de París. La experiencia le sirvió para conocer cómo vive un clochard, aunque sin serlo, pues su vulgaridad le impidió ser un auténtico mendigo. Trabajó de basurero y de albañil hasta que el servicio militar se suprimió en España y volvió para que su familia le despreciara en silencio y le solucionara los trámites burocráticos que aún quedaban pendientes por su salida del país.
Ahora trabaja en una inmobiliaria como administrativo y, en ocasiones, enseña algún piso a los clientes potenciales. Tiene una novia que se llama Eulalia y es dependienta de una cadena de perfumerías. Andan tan justos de dinero los dos que ni siquiera se pueden plantear dar una entrada para comprar uno de los pisos de su inmobiliaria.
Hace dos días atendió a una anciana que desea comprar un piso para regalárselo a su nieta. Le hizo creer que él era el dueño de la inmobiliaria para darse pisto y la anciana creyó a pies juntillas toda su vulgar verborrea.
Y se le crea una disyuntiva al vulgar Elpidio:
A.- Engañar a la anciana cobrándole más por el piso y quedarse con el dinero.
B.- Desfalcar a la inmobiliaria y llevarse todo el dinero posible.
C.- Ganarse arteramente la confianza de la anciana para despojarla poco a poco.

Cuarta cucharadita

El martillo, la horca, el estilete y la almohada se dieron cita en el balcón del viento. Y la prístina aurora, sobre el charco de plástico, esgrimió una voz de protesta.

Tercera cucharadita

Si alguien dice algo que te molesta, piensa primero que no quería ofenderte. Ya tendrás tiempo para rectificar.

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Vendo dentadura por no poder atender. Piezas originales, contador de mordiscos, bocado regulable, crujir de dientes automático.

Más y Menos



Alberto Calvo en "Heraldo de Aragón".

Dos rosas (canción antigua)

Dos rosas se han besado,
En el Cruce de los Cielos
Y de su corazón ha brotado
Un clavel de terciopelo.

Dos rosas se han cruzado,
En la Senda del Deseo
Hijas del amor son ambas
Y su perfume, un anhelo.

Dos rosas se han asomado,
En las aguas del sendero.
Y sus espinas se apagan,
Cuando se dicen: “Te quiero”.

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En colaboración

Volverán las oscuras golondrinas de tu balcón sus nidos a colgar,más como la casa está hipotecada,hacienda les cobrará.

Segunda cucharadita

De ti habría que hacer culpable al Paraíso.

Primera cucharadita


Cuando te mires por la mañana al espejo, sonríe. Intenta caerte bien.

Fría parajoda

El explorador del Ártico empezó a notar que las paredes del iglú iban gradualmente cerrándose sobre él. Debido a las condiciones atmosféricas en el exterior, su aliento literalmente congelaba las paredes y con cada respiración éstas se volvían más gruesas y el iglú se hacía más pequeño, hasta que finalmente casi no quedaba espacio para su cuerpo. El hombre mismo es el agente de su destrucción y, además, el instrumento de esa destrucción es precisamente lo que necesita para mantenerse vivo. Porque un hombre no puede vivir si no respira, pero al mismo tiempo no vivirá si respira.

La ejemplaridad

Asisto con estupor al aquelarre social en el que se solicitan sentencias ejemplares. ¿Las sentencias no deberían ser simplemente justas?

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