Escrúpulos (3)

Césaraugusto Elpidio Piernavieja nunca había sido un buen pensador. Cada vez que se ponía a ello le distraía el vuelo de una mosca, lo que le indujo a creer que el diablo se estaba tocando las campanas, dado que no las mataba con el rabo.
Pero era tenaz; llegó a contemplar tal cantidad de moscas y moscones que se convirtió en un entomólogo de fama mundial, pero esto es otra historia... Gracias a la cantidad de horas que dedicó a la entomología, consiguió recordar que había sido tradición de su familia atravesar a nado la Laguna de Peñalara y que su tío abuelo Favila comentaba que el agua estaba tan fría que se corría más peligro nadando allí que yendo a la caza del oso.
Y mientras admiraba el looping de un moscardón grande y reluciente, su mente se iluminó.. Todo consistía en convencer a Eulalia de que participase en la travesía; sabía que ella tenía problemas cardíacos, pues un día en que se estaban solazando ella le confesó que se le iba a salir el corazón del pecho, lo que a todas luces confirmaba a Césaraugusto Elpidio que era una enferma, ya que él ni penaba ni sentía cosa alguna, excepción hecha del pavor hacia el uniforme desde que le obligaron los reverendos padres a usar una bata a rayas en el colegio.
Sonrió.. Lo que Eulalia no sabía era que ya no había prueba, de manera que cuando le diese el pipijerbe bastaría dejarla hundirse lentamente … Nadie descubriría el cuerpo.

0 comentarios:

Entrada más reciente Entrada antigua Inicio